sábado, diciembre 29, 2007

Desde una manzana

Desde una manzana verde te veo rodar por los caminos.
Un orificio que tallé trabajosamente con mi cuerpo largo y uniforme
sobre su carne blanca me permite espiarte gravitando
en la punta de la mitad blanca de una luna de greda y maíz.

No me quejo: no tengo una inmensa movilidad,
pero estoy estratégicamente ubicado sobre el cráneo de tu calle.
Cuelgo, y te veo matear en el patio a las seis
y sin más soy feliz como un francotirador sin armas.

Porque el sur de la ciudad es un perfecto lugar
para colgar en el orificio de una manzana y mirar
desde la altura el instante calmo en que introducís
tan tiernamente la llave en esa vagina de hierro del veinte
y oler el click que cede ante tu pequeña intensidad.

Sacudo, entonces, mi viscosidad
y la nave verdosa tambalea de algarabía.

viernes, diciembre 21, 2007

Ay

No te seduzco desde ángulo alguno,
al menos eso transmiten tus caderas cumbieras.
¿Qué voy a hacer? Sin tu amor no hay torbellino
que me saque a bailar ni que me haga perforar
la piel marrón clarito de la tierra que es el único
amor que me queda en unas noches solitarias
y bordó, pacíficas y alcohólicas las noches
en que tu danza derrite la retina que se tilda sobre vos,
oscurita zamba.

No comprendemos ninguno de los tres (mis ojos y yo)
cómo es que podés ser tan bella y tan cruel
como el jueves transparente que amanece
Buenos Aires se amalgama tan compinche con tu maldad
y no puedo odiarte, ay, no puedo ya sin gritar
es que los versos son de estopa verde y la piñata trae amor barato.

Mientras que explotaba escuché al Pelado decir bajito
"supongo que te amo
pero aún no estoy preparado políticamente para la revolución"



pd:
"el mejor cuadro de conduccion es el que, además, mete el brazo hasta al sobaco en los hielos para buscar una birra
como el che"

sábado, diciembre 15, 2007

Medrano húmeda

Gotas que caen sobre Medrano
le piden permiso a nuestras calles;
están que revientan de gordas
y casi redondas impactan
contra la superficie almagrense del planeta.

Son un beso largo en la boca
los párpados sellados se juntan
para el escalofrío tímido que nace de su contacto,

aunque sean gotas de lluvia de verano y febrero
de la puta pampa húmeda, tan amante de mis sexos calle adentro.

"Porque llueve tango en mi barrio, señor oficial,
llueve tango... sobre la calle Medrano intrusada
por la guardia vieja y por el general Perón
que era Cangallo, que era ..."

Alguna vez soñé que había gotas púrpuras
sobre la calle Medrano,
con bondis sin ruedas y el Boedo Billar Club
hasta carente de grapa, en un idilio seco y que busco olvidar.

Gotas redondas como la número cinco sobre mis ojos
me trajeron de nuevo a la lejanía de un puerto de negros y casi
y unas ideas locas del sur de Italia que pintaron el Pasaje y lo nombraron.
Es allí donde hoy descanso.

martes, noviembre 13, 2007

Boulogne Sur Mer

Boulogne Sur Mer

Hay un pavimento que se desliza ahí abajo cuando lo habito a pasos longitudinalmente lentos, en los momentos en que el sol aún no se anima a dar la cara porque sabe que volvemos ebrios y felices a casa a acurrucarnos en el refugio antiatómico otra vez.

Un pavimento entre innumerables alfombras de brea.

Sólo ese es el que gira hacia atrás: Boulogne Sur Mer al cuatrocientos o quinientos, cuando es sábado de mañana y no hace frío ni calor, ni las aves urbanas violentan los tímpanos con sus chillidos injustificados desde todo punto de vista.

(Boulogne Sur Mer me hace acordar de Mercedes. De las dos. Cada vez que me traslado sobre su superficie son inevitables dos rostros cuatro senos dos pupos veinte dedos en definitiva un monstruito hermoso)

Es la negación de la muerte del barrio: en movimiento decidido.
Entretanto el Abasto se acerca como cuando era de vidrios rotos,

Como cuando era el coliseo del berretín y de los compadres de Valentín Gómez,
y habitábanlo millones de roedores con velas encendidas en tiempos en que nadie ,
al cuidado ritual del cuerpo de Luca.

Llegando a Corrientes... una caña. El tipo pidió una caña.
Me da verguenza reclamar mi vaso de leche fría.

Me alejo hacia Miserere porque el día ya cubre todo hasta mi interior.

viernes, noviembre 09, 2007

Una pregunta

Un periodista europeo, de izquierda, por más señas, me ha pregun­tado hace unos días: “¿Existe una cultura latinoamericana?” Con­versábamos, como es natural, sobre la reciente polémica en torno a Cuba, que acabó por enfrentar, por una parte, a algunos intelectuales burgueses europeos (o aspirantes a serlo), con visible nostalgia colonialista; y por otra, a la plana mayor de los escritores y artistas la­tinoamericanos que rechazan las formas abiertas o veladas de coloniaje cultural y político. La pregunta me pareció revelar una de las raíces de la polémica, y podría enunciarse también de esta otra manera: “¿Existen ustedes?” Pues poner en duda nuestra cultura es poner en duda nuestra propia existencia, nuestra realidad humana misma, y por tanto estar dispuestos a tomar partido en favor de nuestra irremediable condición colonial, ya que se sospecha que no seríamos sino eco desfigurado de lo que sucede en otra parte. Esa otra parte son, por supuesto, las metrópolis, los centros colonizadores, cuyas “derechas” nos esquilmaron, y cuyas supuestas “izquierdas” han pretendido y pretenden orientarnos con piadosa actitud. Ambas cosas, con el auxilio de intermediarios locales de variado pelaje.
Si bien este hecho, de alguna manera, es padecido por todos los paí­ses que emergen del colonialismo —esos países nuestros a los que esforzados intelectuales metropolitanos han llamado torpe y sucesivamente barbarie, pueblos de color, países subdesarrollados, tercer mundo—, creo que el fenómeno alcanza una crudeza singular al tratarse de la que Martí llamó “nuestra América mestiza”. Aunque puede fácilmente defenderse la indiscutible tesis de que todo hombre es un mestizo, e incluso toda cultura; aunque esto parece especialmente válido en el caso de las colonias, sin embargo, tanto en el aspecto étnico como en el cultural es evidente que los países capitalistas alcanzaron hace tiempo una relativa homogeneidad en este orden. Casi ante nuestros ojos se han realizado algunos reajustes: la población blanca de los Estados Unidos (diversa, pero de común origen europeo) exterminó a la población abo­rigen y echó a un lado a la población negra, para darse por encima de divergencias esa homogeneidad, ofreciendo así el modelo coherente que sus discípulos, los nazis, pretendieron aplicar incluso a otros conglome­rados europeos, pecado imperdonable que llevó a algunos burgueses a estigmatizar en Hitler, lo que aplaudían como sana diversión dominical en westerns y películas de Tarzán. Esos filmes proponían al mundo —incluso a quienes estamos emparentados con esas comunidades agredi­das y nos regocijábamos con la evocación de nuestro exterminio— el monstruoso criterio racial que acompaña a los Estados Unidos desde su arrancada hasta el genocidio en Indochina. Menos a la vista el proceso (y quizás, en algunos casos, menos cruel), los otros países capitalistas también se han dado una relativa homogeneidad racial y cultural, por encima de divergencias internas.
Tampoco puede establecerse un acercamiento necesario entre mesti­zaje y mundo colonial. Este último es sumamente complejo,[1] a pesar de básicas afinidades estructurales, y ha incluido países de culturas definidas y milenarias, algunos de los cuales padecieron (o padecen) la ocupación directa —la India, Vietnam— y otros la indirecta —China—; países de ricas culturas menos homogéneos políticamente, y que han sufrido for­mas muy diversas de colonialismo —el mundo árabe—; países, en fin, cuyas osamentas fueron salvajemente desarticuladas por la espantosa acción de los europeos —pueblos del África negra—, a pesar de lo cual conservan también cierta homogeneidad étnica y cultural: hecho este último, por cierto, que los colonialistas trataron de negar criminal y vanamente. En estos pueblos, en grado mayor o menor, hay mestizaje, por supuesto, pero es siempre accidental, siempre al margen de su línea central de desarrollo.
Pero existe en el mundo colonial, en el planeta, un caso especial: una vasta zona para la cual el mestizaje no es el accidente, sino la esen­cia, la línea central: nosotros, “nuestra América Mestiza”. Martí, que tan admirablemente conocía el idioma, empleó este adjetivo preciso como la señal distintiva de nuestra cultura, una cultura de descendientes de abo­rígenes, de africanos, de europeos —étnica y culturalmente hablando—. En su “Carta de Jamaica” (1815), el Libertador Simón Bolívar había pro­clamado: “Nosotros somos un pequeño género humano: poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias”; y en su mensaje al Congreso de Angostura (1819), añadió:

Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una emanación de Europa; pues que hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado; el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza, trae un réato de la mayor trascendencia.

Ya en este siglo, en un libro confuso como suyo, pero lleno de intuiciones (La raza cósmica, 1925), el mexicano José Vasconcelos señaló que en la América latina se estaba forjando una nueva raza, “hecha con el tesoro de todas las anteriores, la raza final, la raza cósmica”.[2] Este hecho único está en la raíz de incontables malentendidos. A un euro­norteamericano podrán entusiasmarlo, dejarlo indiferente o deprimirlo las culturas china o vietnamita o coreana o árabe o africanas, pero no se le ocurriría confundir a un chino con un noruego, ni a un bantú con un italiano; ni se le ocurriría preguntarles si existen. Y en cambio, a veces a algunos latinoamericanos se los toma como aprendices, como borradores o como desvaídas copias de europeos, incluyendo entre éstos a los blancos de lo que Martí llamó “la América europea”; así como a nuestra cultura toda se la toma como un aprendizaje, un borrador o una copia de la cultura burguesa europea (“una emanación de Europa”, como decía Bolívar): este último error es más frecuente que el primero, ya que confundir a un cubano con un inglés o a un guatemalteco con un alemán suele estar estorbado por ciertas tenacidades étnicas; parece que los rioplatenses andan en esto menos diferenciados étnica aunque no culturalmente. Y es que en la raíz misma está la confusión, porque descendientes de numerosas comunidades indígenas, africanas, europeas, te­nemos, para entendemos, unas pocas lenguas: las de los colonizadores. Mientras otros coloniales o ex coloniales, en medio de metropolitanos, se ponen a hablar entre sí en su lengua, nosotros, los latinoamericanos, seguimos con nuestros idiomas de colonizadores. Son las linguas francas capaces de ir más allá de las fronteras que no logran atravesar las lenguas aborígenes ni los créoles. Ahora mismo, que estamos discutiendo, que estoy discutiendo con esos colonizadores, ¿de qué otra manera puedo hacerlo sino en una de sus lenguas, que es ya también nuestra lengua, y con tanteos de sus instrumentos conceptuales, que también son ya nuestros instrumentos conceptuales? No es otro el grito extraordinario que leímos en una obra del que acaso sea el más extraordinario escritor de ficción que haya existido. En La tempestad, la obra última de William Shakespeare, el deforme Calibán, a quien Próspero robara su isla, esclavizara y enseñara el lenguaje, lo increpa: “Me enseñaste el lenguaje, y de ello obtengo / El saber maldecir. ¡La roja plaga / Caiga en ti, por habérmelo enseñado!” (You tought me language, and my profit on't /Is I know how to curse. The red plague rid you / For learning me your language!) (La Tempestad, acto 1, escena 2).

ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR

Notas

[1] CF. Ives Lacoste: Les pays sous-deceloppés, París. 1959. esp. p. 82-4.

[2] Un resumen sueco de lo que se sabe sobre esta materia se encontrará en el estudio de Magnus Morner La mezcla de razas en la historia de América Latina, trad., revisada por el autor, de Jorge Piatigorsky, Buenos Aires, 1969. Allí se reconoce que “ninguna parte del mundo ha presenciado un cruzamiento de razas tan gigantesco como el que ha estado ocurriendo en América Latina y en el Caribe (¿por qué esta división?) desde 1492”, p. 15. Por supuesto, lo que me interesa en estas notas no es el irrelevante hecho biológico de las “razas”, sino el hecho histórico de las “culturas”: v. Claude LéviStrauss: Race el histoire (1952), París, 1968, passim.

sábado, octubre 27, 2007

Nadies

Nadies, sus cuerpos soleando.
De unas gotas por marihuana natural.
La lengua se estira y revuelca en la química.

Nadies, trotando en el sueño
y la estrella y su estática curva.
Nadies suicidas, subiendo a cascadas.
A carcajadas.

Nadies, los pequeños cometas, descalzos en la barriada.
Y sus palmas de puta verdad quemándose en cada enero.
Abiertísimas, planeando sobre el barro mágico.

domingo, octubre 14, 2007

Transamor

¿Porqué no confiás en las metamorfosis?

Si estoy seguro (¡cómo nunca lo estuve!)
que nos transformaremos en palomas o en piedras circulares,
en espejos o en célebres caídas,
en acezos y en múltiples pasiones.

O tergiversaremos nuestros cuerpos. Y tu curioso labio sangrará.

Yo lo presencié, desde mi antojo,
en mi falla y en mi quietud.
Fueron sólo unas cuantas furias, las que inexorablemente se convirtieron en vos.

lunes, octubre 08, 2007

Don't you, forget about me

No lo hagas, no te olvides de mi.

Tengo un cuento inspirado en hoteles y una música sin sol ni miel.
Cuando muerdo me duele un premolar.
Anoche fui inconsciente y de pie.

Uso tus libros para taparme del sol, uso máscaras para ser más yo.
Uso un peinado perturbable y una obsesión impasible por vos.

Tengo uno, tres, y seis mil estrépitos valvulares.
Soy un cactus, me desdigo y atesoro tus cartas.

Cada luna, es una nueva quimera.
Un hombre, sin piel, de beber.

¿Alguien es un paraíso en su pecho?
¿Una cosecha infinita?
¿Una llamita de conciliar?

Doblé nuevas esquinas, y algún viento sin dirección pasó suicidándose a mi izquierda.
Arremolinó la catarsis del viajero. ¡Palabras santas!

Me creció esta antena en la corteza desde que te oí dormir liviana y espacial.
Nace de mi parietal derecho, duele e incomoda su metálica torpeza receptora de tu ternura inalcanzable.

Aléjate de mi, pero no me olvides.

La mesa,
la cocina,
el té,
el miedo,
el cielo,
la familia,
los besos,
el verano,
las patas,
el pucho,
el faso,
los ríos,
los guiños,
el truco,
las piedras,
el cuerpo,
el verde,
tus despertares,
el colegio,
el baile,
la mierda,
el peso,
el piano,
las montañas,
el papel escrito
y el papel en blanco.


No te olvides de mi, memoria.

domingo, octubre 07, 2007

Negra rusa

Negrita rusa, sin vos no hay piedras afiladas
que puedan vencer las tretas del malandra.

Negrita rusa, semillas de café flotan tibias
mientras tanto una canción de amor chilla.

¿Desde cuando llevás esas ropas color amarillo?

Negrita rusa, paladar de bachín no te entiendo
apenas aire flota en balcones vacíos de.

Negrita rusa, suprimir los paseos en sueño
quizás sea un aguante entre tanta explicación.

¿Desde cuándo llevás esas ropas color amarillo?

En un vaso petiso y ancho aparecés como si nada,
Negrita rusa, te extraño porque sos imposible de saber.

lunes, octubre 01, 2007

Somos viento

¿Cómo es que no hay lluvias que nos catalicen?
Truena arriba y abajo sordos
Haciendo fuck you al aire, comiendo sushi malo y caro.

No puedo entenderte porque evidentemente no formo parte de tu obsesión. No es la tuya una locura colectiva. Es ghetto, madriguera, paja de rico.

Nosotros somos viento.

A nosotros nos mueve el amor, lisa y llanamente. Desde nuestro abrazo, nuestro beso y nuestro grito. De alguna manera, te amamos. Pero no somos boludos: También tenemos amor propio.

Y hay algunos zarpados que nunca patearon la calle y hablan del pueblo como si desde la torre de marfil el cróquis revelara la greda sanguínea. No bajan porque saben lo que le pasó al unitario que se asomó al sur de la ciudad sin pedir permiso ni ser invitado. Se lo enseñaron en el Colegio.

sábado, agosto 25, 2007

Damblee

Ella fue muy dura conmigo: aplastó mi hipótesis naciente mientras bebía sevenap.

Por la ventana del bar, Loria era una boca hambrienta que comía y vomitaba, exactamente cada dos minutos.

Esperaba encontrarla sola... leyendo algo, escribiendo. Incluso, esperaba no encontrarla. Y no hubiera pasado nada, porque me hubiera sentado en una mesa y hubiera pedido un cortado americano. Me hubiera familiarizado con el espacio. Leyendo el Crónica que, doblado sobre la mesa, me hubiera esperado, como yo hubiera esperado porque ella hubiera llegado quince o treinta o treintaycinco minutos después.

Pero estaba charlando con un muchacho. Desde hacía horas, evidentemente, dada la vaciedad de los recipientes que los acompañaban.

Fue una mesa de tres. Recuerdo claramente que se hizo de noche en ese lapso, y que el cortado americano tenía, literalmente, tres colores.

Ella fue muy dura conmigo: aplastó mi hipótesis ¡ay! mi hipótesis naciente,
Mientras bebía sevenap.

jueves, agosto 16, 2007

Pasear

Cuando pasear es un modo, un sonido natural, la risa en una canasta.
Llevo conmigo los dientes de la infancia.

Se arrugan espinosas las lenguas que cruzan la calle, y se esconden atrás de los canteros de piedra… aferrándose a sus bolsillos fríos, de piedra.

Es un compás inconcluso, a medida que uno se aleja de la familiaridad. Y se envuelve en cemento desteñido. Donde cada día se cuelgan más y más enfaenados.

Mientras pasear de este modo, se vuelve desnudez. Pistas para entendernos amantes.

Puedo silbarte una bienvenida, si te veo anudado en tu páramo de fiebre azul.
Inestando en cuclillas, y soltando piedras.

martes, agosto 07, 2007

Aprisionar sapos

Aprisionar sapos es hoy la postal más vívida del verano en que esperábamos por sumergir nuestro incipiente vello púbico en el agua para luego secarnos al sol durante las tardes.
Eras tan bella aprisionando sapos que yo sólo podía aprisionarlos también, para formar parte de vos de algún modo.
Sonreír un rato largo... esquivar las piedras que arrojaban las monjas que no caían de los balcones internos y centinelas.

Quedarse en pelotas al tirarse de cabeza.
Correr en patas sobre el pasto.
Aprisionar sapos como un férreo acto de amor.

Imágenes del sol abrasador se suceden diapositivas en la calavera, del lado de adentro.

lunes, julio 23, 2007

Amanda no me extraña

Alguien me toca el hombro
un pequeño borrón, cuenta nueva
no me volteo: se quién es
los globos que llenamos de humo jugando a la revolución
explotan alrededor de mi, últimamente.

Amanda no me extraña. De eso estoy más seguro que de mi vida.

Y no se qué pensará si se entera que las partículas densas que encerramos ya no pudieron tolerar sus prisiones de colores
¿cómo le digo que decidieron expandirse?
¿cómo le explico que fracasó el ejército de liberación que había logrado encerrarlas en los globos amarillosverdesrojos populares?

Yo no puedo, definitivamente no puedo decírselo sin llorar piedras.

domingo, junio 17, 2007

Intertextos

Lámpara de gas que levita
aquí.

busca cegarme mirándome a los ojos, tan de frente.
Soy esquivo: la ceguera me seduce
ya no quiero no ver más que esa proliferación de luciérnagas tildadas.

¿Sabrán los álamos cuánto quisiera habitarlos?
temo que sí y que a eso se deben los gestos
la amabilidad con la que se conducen, balanceados levemente
izquierda... derecha... según silbe la marea.

Interrumpe el idilio un muchacho que reparte pequeños trozos de papel a las personas que cruza. Al abrirlo leo brevemente: "Te amo". Escucho entonces susurrar a los álamos en canto coral, tribuno, y bajito: "las luces que saltan a lo lejos no esperan que vayas a apagarlas".

Resuelvo dejarme seducir por la ceguera.

martes, mayo 29, 2007

The wine and the dream are resting in my pupils

Hoy, que es trance y es manual, creo que voy a inspirar hasta que se me pase.
Me encuentro en la ruta de un rayo, tengo un poder que se extingue. Y sólo puedo atibar la pena abierta.

Sustantivo y premeditado.
Hoy es una ironía, y es este hogar deshilachado...
prevenido de envejecer, y tus cenizas son el fondo del viaje.

Cuando la alegría se desgarra, se rehabilita mi imagen de Dios impío. Recobra sentido la anarquía y el otoño.

El barrio es un paraíso, que me desafía con su colorido, y yo salgo a espiarle sus corazonadas.

Hoy quiero invitarte a ser pueblos, mojar el sueño en el vino, tentarte a muertes y expandirnos.

Ser espejo de lo hondo.

jueves, mayo 17, 2007

el borde del recipiente

Diviso un marco tallado, muecas en las plantas del balcón
entonces hay ya un cuadro nuevo y no más pared transparente.

Me asaltan palabras enhebradas como bombitas de luz en un hilo de carnaval:
"Se derriten las postales que no bebemos".

Intento abordar a su dormir.

Descubro el borde del recipiente.

martes, mayo 01, 2007

Dos luces rojas

Dos luces rojas
flotan
en plaza de mayo
a 50 metros del suelo
contra el cielo azul oscuro
flotan intermitiendo
dos luces rojas
sostenidas por nada
yo veo desde la tierra
quieto y pequeño
callado miro flotar a las luces rojas.

Pienso que debería escribir algo sobre ellas
porque las miro como si fueran parte de otro espacio
de otra constelación de intermitencias
pero sin embargo existen
en el cielo inmediato de la plaza de mayo

Debo hacerles el homenaje
nuevas estrellas rojas de ese cielo, bienvenidas
hoy que me siento en un pasto que había olvidado
rodeado de gentes que había olvidado
es bueno descubrir dos luces rojas flotando en el aire.

Maravillado por el detalle tan peculiar
no puedo abandonar ese avistamiento
que me recuerda a paisajes color piel.

Sonrío.

martes, abril 03, 2007

En situación de ser un vano

en la búsqueda de sol. en desnudez.
en un cohibido azul. en terrazas techadas con lunas.
en un vino, más mío. en suertes, bordes irregulares.
en desapariciones. en fríos gritos que retumban.

en un poema prestado. en el baile espontáneo.
en tus ojos, y detrás de ellos. en tus lluvias.
en un cigarrillo. en nueve minutos.
en los lugares que hicimos. en los que robamos.

en lo más pasado. en des-pensarte.
en hundirse y tenerte. en nacimientos.
en transflorearte. en sentir humor.
en botecitos, embebidos. en bajamar.

jueves, marzo 01, 2007

Voluntad

Necesitaría encontrar otra vez una isla
Sentirme arena, sentirme presa del agua, de las tormentas, del Tayta Inty, furioso o dócil, según en día.

Sé que desde hace algún tiempo me persiguen las islas
como si buscaran que flote y formemos archipiélago.
Me hacen gestos amables y guiños constantemente...

aquí
en la ciudad inconmensurable y húmedamente barroca
como si quisieran que piense en todos sus defectos tristes.

Me han abandonado los deja-vus para dar lugar al órden mental corriente
monocromo y ferrocarriloide
(con ferrocarriloide me refiero a la linealidad como opción única, planteada por una vía ferrocarriloidácea en tanto camino ineludible, en principio, por el ferrocarrilero y su ferrocarril de ruedas-pie predeterminadxs por una configuración espacial futurista que establece sus huellas venideras. Aquí la alegoría está aplicada a la linealidad del tiempo y de la percepción de los acontecimientos.)

Las islas me inundaban de deja-vus
y yo lo sentía como un cariño nuevo que me regalaba su tierra fértil aprisionada por caminos de libertad líquida y dulce.

Todos los días
me hacían ver dos veces las cosas que sólo una vez ocurrían
y así violentaba el órden ferrocarriloide que propone la velocidad.

Necesitaría encontrar otra vez una isla,
y sentirme arena

de esa que es orilla.

Puede pedonarse la vanidad al que realiza buenas obras...



“Puede perdonarse la vanidad al que realiza buenas obras; en el que nada hace, resulta risible; en el que procede mal, es repulsiva. Ciertos defectos y vicios comunes a todos los hombres, adquieren caracteres típicamente antisociales en las personas de moralidad inferior. Sin el sentimiento de ridículo que nace de la cultura y sin el contralor ético fundado en la educación moral, algunos sujetos llegan a jactarse de palabras y acciones reñidas con la más elemental honestidad o abiertamente encenagadas en el delito.
La vanidad mórbida es de fácil observación en las gentes mestizadas y parece obedecer a causas étnicas. (...)
Cuando en un país ocurren delitos de resonancia, analizados por la prensa y comentados por el público, se crea una atmósfera criminógena apropiada para tentar la vanidad de los predispuestos. Las apologías de matones y asesinos, por razones de localismo incivil o por espíritu de rebeldía antipolicial, acaban por formar verdaderas leyendas que incitan a la imitación. José María, en Sierra Morena de España, Musolino en las montañas de Calabria, Juan Moreira en la campaña de Buenos Aires, son tipos legendarios que han despertado émulos en las clases menos cultas de sus países respectivos.
Por el año 1900, estimulada en la prensa y en el teatro, se produjo en Buenos Aires una epidemia de `moreirismo´ ”

José Ingenieros “La vanidad criminal”,
en La Psicopatología en el arte, Elmer editor, Bs. As., 1957.


En una época de mi vida pensaba que algunas características del comportamiento social de cierta parte de la población argentina no se correspondían con lo que mi imaginario creía que es una explicación. Particularmente esas inquietudes se orientaban hacia ciertas especifidades manifiestamente ideológicas del plano discurivo. Es decir: no encontraba las causas (fundamentalmente, histórico-culturales) por las cuales ciertos discursos tienen una circulación social extremadamente alta en la sociedad.
Hace no demasiado tiempo dí con algunos hilos gruesos. Ocurría que la corta bibliografía de mi mente de entonces (aún corta, en verdad) me había hecho obviar grandes lecturas clásicas del pensamiento argentino en la historia.

Sarmiento, Echeverría, López, García Merou y Cambaceres, Ingenieros, Lugones, Borges.
Podemos rastrear estas filiaciones actualmente, no sólo en el discurso de ciertas personajes corrientes, sino también en algunos exponentes de la cultura y la comunicación dominantes. Dejo a criterio del buen lector tal búsqueda..
Igualmente no es difícil: "los diarios le dan tapa y la tele un buen horario".
Sobre Juan Moreira... haré su defensa en el futuro cercano.

lunes, febrero 12, 2007

Hormigas Voladoras

Me elevo sobre los parques grises de agua
los veo pequeños, grandes, ínfimos, enormes... desaparecen, aparecen,
intermiten.
Veo a las hormigas surcando sus cuerpos y no se detienen a mirarme,
no saben que yo las contemplo desde la nube desordenada, que huele a jazmín.

No saben que vuelo.

No saben que me verán surcando los cuerpos de los parques grises de agua,
ni que me verán desde su altura, desde sus nubes y con sus vastos perfumes...

Las hormigas con alas no saben que volarán y me verán a mí,
alas con hormiga.

(Septiembre de 2004)

jueves, enero 04, 2007

Soul 2

Después entré en algún desvarío pequeño, uno más de los tantos.
Y evadirme de brotar.

Refugiarme en el superrealismo onírico y tentar a la nada.

Así construí mi contra-aproches. Así aislé la isla, desarmable.

Más desvaríos, los habituales réquiems anegadores.
Y en la boca de la luz, casi la última sombra titilante.

Puede ser...

El cielo es una puerta a lo celeste. Del mundo friccionado que compone el ser humano.

Solamente, buscalo.

Astillándote

Se expanden todos tus nervios y convergen salpicándose sobre la planicie...

astillándote.

lunes, enero 01, 2007

.

existe sólo una cosa definitiva

es lo opuesto al silencio