miércoles, septiembre 29, 2010

Yani corre desde Cerrito hasta Yuquerí

A la una llego del colegio y me duermo una siestita.
Mamá lo repite siempre:"Yani descansá.
Entre las dos y las cuatro o cinco el sol te va a rajar toda la humanidá"
En Cerrito las calles son lindas, con su pasto crecido
y señoras en reposera haciendo la tarde.
Entonces corro. Sintiendo que atravieso todo Entre Ríos
y meto pata en carrera contra los vampiros.
Una vez soñé que corriendo llegaba al centro
de un pueblo que está medio lejos,
creo que en otra provincia
o en Paraguay.
Ahí estaba Mariana, que era mi mejor amiga
cuando chiquitas jugábamos a las mamás.
Tenía las manos llenas de sangre
y un bonete de cumpleaños.
Nos abrazábamos.
A veces cuando entreno creo que estoy por llegar
hasta el lugar donde está Mariana pero para eso hay que cruzar:
la circunvalación
la YPF, donde está el ACA,
y el campo de García (que tiene unos perros requete malos,
te chumban aunque vos nomás estés pasando).

A veces,
para ganar en las carreras
me acuerdo de mi amiga
con bonete y abrazándome.

Así corro más rápido que todas.

miércoles, septiembre 22, 2010

Partes de una carta para Julia

"Te escribo hoy, más o menos un mes antes de que salgas de la madriguera calentita que ahora te contiene.

(...)

Te escribo antes de que mi vida cambie de un momento a otro, y para siempre.

Te escribo porque desde que supe que ibas a llegar, no dejé de pensar en vos, ni en cómo serías, en los días en que juguemos juntos, en el momento en que nos metamos al mar, en tu llanto y en tu risa, en tu cara y en la de tu mamá. Tu mamá, tampoco dejé de pensar tu mamá. En lo increíble que es, en lo mucho que vas a disfrutar que sea ella, y no otra, tu vieja. Tampoco dejé de pensar en ustedes dos juntas, corriendo por ahí, subiendo por un cerro, o acariciando un perro, o durmiendo una siesta cordobesa. No sé, muchas cosas que nos gustan, y que nos van a gustar muchísimo más con vos.

Porque desde ese momento (en el que supe que ibas a llegar) exploté hacia mil direcciones y la idea de tu presencia trajo una fuerza casi mística, que me sumergió en un torbellino (digo mística porque uno, aunque lo sabe, no puede ver de dónde viene). Puse en cuestión todo lo que había hecho en mi vida, las cosas que creía que estaban bien, y también las otras, esas de las que no me enorgullezco. Pensé en qué estaba haciendo, qué quería para vos y para Lu. Agarré toda la energía que tenía, que estaba toda dispersa de a poquitos en un montón de lugares, la puse toda junta y en dirección futuro y con viento de cola, la enderecé como a un barquito hacia buen puerto.

(...)

Desde que fui chiquito sabía de vos. Pensaba en vos aún sin saber siquiera si ibas a existir algún día. Pensaba en vos y no sabía que estaba pensando en vos.
Como una vez que estábamos con tu mamá en lo de los abuelos Laura y Carlos, era verano y faltaba muy poquito para que nos enteráramos de vos. Yo le había dicho a tu mamá que quería vivir con ella, pero como éramos dos almas libres al toque nos dijimos que más adelante, que era muy apresurado y qué se yo qué más. Yo me hice el macho y en seguida me corrí del lugar del tipo entregadísimo, pero en realidad quería vivir con tu vieja con todas mis ganas. Y en ese momento, creo que incluso vos ya estabas en la panza de Lu, le dije que siempre había tenido una certeza acerca de mis futuros hijos: iban a venir de golpe, sin pedir permiso, plantándose, como todas las cosas grossas de la vida. Supongo que tu mamá mucha bola no me dio, pero en seguida llegaste vos y fue así como yo pensé que iba a ser, tan de sopetón como increíble.

(...)

No puedo creer que vayas a ser mujer. Siempre quise convivir con mujeres, yo que tengo todos hermanos varones. Toda mi vida soñé con las bombachas colgando de las canillas de la bañadera.

Te escribo ahora que estás por venir y en casa estamos preparando todo para que seamos tres. Además, vamos a vivir durante un tiempo en la casa que era de mi abuela Betty. La abuela Betty era una recontra masa. Ya te voy a contar cosas de ella.

(...)

Bailás la conga en la panza y me atraviesa un terremoto de ganas de abrazarte.

(...)

¡Salí rápido, Julia!"