Para ellas
Hacen falta toda la tierra
y las piedritas
las que intrusan las zapatillas
y el polvo que se pega
al entrecejo.
Hace falta el olor a gasoil
los dos días que duran
las gafas berretas, los
baños con olor a pozos
y la comida casera.
Hace falta que el switch
a veces, apunte para donde
no tiene que apuntar, porque
sólo así se siente una mano o pata
repleta de dedos
que lo acomoda.
Todo
para que, como fluyen
las rutas de buen puerto,
el camino se extienda
cada vez más ancho.