jueves, marzo 01, 2007

Puede pedonarse la vanidad al que realiza buenas obras...



“Puede perdonarse la vanidad al que realiza buenas obras; en el que nada hace, resulta risible; en el que procede mal, es repulsiva. Ciertos defectos y vicios comunes a todos los hombres, adquieren caracteres típicamente antisociales en las personas de moralidad inferior. Sin el sentimiento de ridículo que nace de la cultura y sin el contralor ético fundado en la educación moral, algunos sujetos llegan a jactarse de palabras y acciones reñidas con la más elemental honestidad o abiertamente encenagadas en el delito.
La vanidad mórbida es de fácil observación en las gentes mestizadas y parece obedecer a causas étnicas. (...)
Cuando en un país ocurren delitos de resonancia, analizados por la prensa y comentados por el público, se crea una atmósfera criminógena apropiada para tentar la vanidad de los predispuestos. Las apologías de matones y asesinos, por razones de localismo incivil o por espíritu de rebeldía antipolicial, acaban por formar verdaderas leyendas que incitan a la imitación. José María, en Sierra Morena de España, Musolino en las montañas de Calabria, Juan Moreira en la campaña de Buenos Aires, son tipos legendarios que han despertado émulos en las clases menos cultas de sus países respectivos.
Por el año 1900, estimulada en la prensa y en el teatro, se produjo en Buenos Aires una epidemia de `moreirismo´ ”

José Ingenieros “La vanidad criminal”,
en La Psicopatología en el arte, Elmer editor, Bs. As., 1957.


En una época de mi vida pensaba que algunas características del comportamiento social de cierta parte de la población argentina no se correspondían con lo que mi imaginario creía que es una explicación. Particularmente esas inquietudes se orientaban hacia ciertas especifidades manifiestamente ideológicas del plano discurivo. Es decir: no encontraba las causas (fundamentalmente, histórico-culturales) por las cuales ciertos discursos tienen una circulación social extremadamente alta en la sociedad.
Hace no demasiado tiempo dí con algunos hilos gruesos. Ocurría que la corta bibliografía de mi mente de entonces (aún corta, en verdad) me había hecho obviar grandes lecturas clásicas del pensamiento argentino en la historia.

Sarmiento, Echeverría, López, García Merou y Cambaceres, Ingenieros, Lugones, Borges.
Podemos rastrear estas filiaciones actualmente, no sólo en el discurso de ciertas personajes corrientes, sino también en algunos exponentes de la cultura y la comunicación dominantes. Dejo a criterio del buen lector tal búsqueda..
Igualmente no es difícil: "los diarios le dan tapa y la tele un buen horario".
Sobre Juan Moreira... haré su defensa en el futuro cercano.

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