En el discurrir del día en Chacarita
escucho sonidos que no sé
si son los habituales traqueteos de una ciudad
o vienen de otro tiempo y lugar.
Parece un lenguaje incierto
ruidos de algo más allá
donde no alcanzan mis pasos ingenuos.
Si el barrio de muertos está tan a la mano
que pueden los de la fiebre amarilla
comer una napo de parado en Imperio
o comprar chipa para la merienda
a la paraguaya Silvya en la puerta
de la Mutual Sentimiento.
Zona de fronteras, Chaca
divisora del campo y de la ciudad
de la vida y de la muerte.
De un lado y del otro
mi amor se hamaca.