son los sonidos eléctricos
de una vida anterior
suben por mi piel
y estallan de sol negro.
Ahora vivo en el cuarto piso
y me desvivo por el silencio:
cargo agua para el mate
mientras camino el parquet;
lavo ropa como veterano de guerra
y ordeno todo en simetría.
Miro al rededor y percibo
soy un grano ínfimo en millares.
Hasta ayer: cada día, vida o muerte;
desde hoy: nada hay tan importante.
Atolondrado el corazón
pasado de día y noche
vive siempre en el derroche
como sin caparazón
es la pena una canción
que olvidé de tanto cantar
pues mi voz tiene en el mar
su carbón y su cerilla
la receta es tan sencilla
como estrellarse al amar.