Aturden y emocionan
este tímido pescuezo
cosas raras, desaguisados.
Suben por estos guesos
recuerdos de la neblina
los camiones del otro carril.
Las luces rojas de freno
confundidas con el agua
de la lluvia de San Juan.
Siempre delante, lo mejor;
atrás, los calvarios
hechos carne, vueltos piel.
No es un engaño: es la fe
en la fuerza de mi abrazo
como mojón, hace camino.