El movimiento se escapa
pero en una fracción lo detenemos.
queda entonces esa imagen
plasmada en el pensamiento.
nada será igual después de abrazar
los músculos tensos porque viven.
todo beso es nuevo
la fuerza detiene la huida.
Basta
de poemas tristes
escritos por manos cobardes
Basta
de una literatura del miedo
prisionera de lo cotidiano
rota por el auge del cinismo
Basta
de lloradurías de lamentos
de palabras que olvidan
de huecos hechos a medida
Basta
de la pulsión de muerte
del desencuentro como lengua
de la desidia funcional
al capitalismo posmoderno
Basta
de encierro de finales
prematuros de costras
de sal en las heridas
Basta
de la inmersión vacía
de remar en el aire
de la quema del sentido
Basta
de individuos partidos
de fiestas de nadie
sin ojos ni fuerza
Se terminó
la etapa de las palabras
de pólvora mojada,
ancladas en barro seco
sustraídas de fuerza
disociadas del poder
de hacer, de recordar
de dar de juntar de empapar
de construir de empezar de seguir
siempre seguir y seguir y seguir
Adiós
a la cobardía y la desidia
al individualismo y al no future
a la libidinización de la derrota.
Empezó el tiempo
de la guerra
popular
prolongada
en la vida
en la calle
en la cama
en la literatura
en el bar
en cada rincón
donde habite
una porción
de humanidad.
Tomar mate con los ojos fijos en la nada
siendo este un balcón urbano, de vista abierta;
ver llegar las palomas del raciocinio
y posarse por encima del sentimiento.
Reiteración del ritual
cuando la conversión en niño
se produce ante la presencia
del fantasma del amor.
Sobreviene entonces
una encarnación en hombre adulto
dotado del poder de tomar mate
con la vista y el vaivén del corazón
perdidos en la nada.
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Contrario al deseo
el amor se hace desamparo
al instalarse en un hueco
cavado por otras manos.
La pérdida es anterior
está siempre a la espera.
la basura inunda el barrio
nadie la junta, se acumula triste.
mientras camino con rumbo noroeste
hacia villa maipú mis piernas van solas.
voy a rezarle al gaucho y a prender velas a mi perra suerte
ojalá me cruce con Gladys y me invite a comer milanesas.
seré agradable, comeré mucho, escucharé atento
intercalando comentarios elogiosos sobre la decoración.
adentro del pellejo desearé con todas las fuerzas
ver cruzar la puerta una carita redonda y tierna con gesto de sorpresa.
"Eeeh, ¿¿qué hacés acá, Juan??"
Y la respuesta espontánea a todas luces
aunque no desprovista de alguna inquietud
"Cerca de la cancha de chaca quiero
sentir, de nuevo, un beso chino".
A lo lejos rebotaba como caminando en la luna
hacia abajo un canto rodado envuelto en terciopelo
en el cerro San Bernardo el sol tiene caricias
que dejaba caer sobre su costado tan suave.
Yo miraba atónito y boquiabierto
¡entraban moscas como pepitas de oro!
no supe qué decir pero algo dije igual
al pasar fue familiar e indescifrable.
Salta, la linda, era un tibio resguardo
con todo su criollismo ¡y tan bataclana!
aunque el conurbano le transpiró, hubo armonía:
en esas tierras pelearon gauchas así, coloradas.
El rojo, a ellas, se lo daban los ponchos.
En cambio, en ese cuerpo, va tatuado en la piel.
De San Martín a Caseros
las piernas ya fatigadas pero van
a toda marcha esquivo los charcos
de la Avenida Benito Ferro
sobre los paredones con pintadas
del gremio de camioneros
que circundan el centro de distribución
Alianza en Santos Lugares;
pienso "tengo que llegar rápido
o se van a derretir
los Franuis de Melody".
La gente no está toda
tomada por la crueldad
y el cinismo que reflejan
las marquesinas de la cultura.
Si llegás con sed, hay agua
Si llegás seco, hay propina
Hay charla en la espera
con los otros descosidos
reventados al mismo punto
de pedalear frenéticamente
para hacer un billete flaco
bajo las estrellas de verano.
No tenemos amor pero nos tenemos
a nosotros tan rotos y mal parados
aunque con casco y luces y unas flores
que al girar tornan la vida liviana.
Volver a casa sin piernas
con veinte lucas y unos chocolates
que de onda llegan de propina
con unos mensajitos nuevos
preguntando si mañana
vuelvo a salir a repartir.
Contesto que sí, que obvio,
que la vida está dura
y hay que insistir.
Levanté la mirada hacia lo lejos
justo te asomaste por la ventana
dijiste hola y entraste hacia atrás.
Llegó un colibrí enseguida
que con su aleteo frenético
quedó suspendido en el exacto
punto mediano entre vos y yo
después se fue, vivo, contento.