Sorpresa: el olvido no había triunfado
la estela que dejó aquel verano
es como la de un barco de pescador
que con paso lento y firme dibujó
un surco todavía vivo hacia la orilla
de nunca morir porque siempre pasa
otro pescador, y otro, y otro.
Se mece el corazón
como el vaivén del río
y la canoa que lo atraviesa
al pasar de nuevo frente a mi
es como si fuera todos los barcos
todas las balsas y embarcaciones
que alguna vez trazaron su camino
por esta alfombra amarronada de agua
y de mañanas de sol y de nubes también.
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