El silencio se rompe por el golpe de la herramienta
contra la materia en manos del trabajador matutino
sin voces el aire flota denso y húmedo de río
trayendo un aroma de otro siglo, el viejo frenesí
acompasado al pensamiento de ese pájaro
tan negro y tan posado en la copa del árbol
escolta un hogar calmado y con huellas
de los cuerpos de la noche anterior
sus pisadas y sus cantos, los bailes
locos a veces, suaves y en vaivén, otros
pero ahora es el camión que todo lo rompe
al ingresar en reversa en el recuerdo
de una tarde cuando nada fue posible
la época se impuso con todo su peso
histórico e instaló la lejanía, la soledad
en ese entonces no se veía claro, estaba ahí
mas de cerca es muy difícil verlo a veces
como el tren antes de irse y luego quedar
contra la pared apoyado sobre el ramal
el bolso en el suelo descansa en tanto
se vuelve a poblar la estación
así todo comienza, se pudre, termina.
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