viernes, abril 23, 2010

Diez grados

Sostiene el mango de madera rugosa
entrando al borde de la explanada
mientras retacea los gestos de amor
como quien abre un paraguas antes de la lluvia.

Y con mirada distante de tortuga
hinca la hoja en el centro del riñón
que recibe la alimaña con un ruidito
como el de grillos que patalean la noche.

Clava porque busca
un rincón donde dormir.
Aunque tiene casa, pero es fría.

Gira los ojos hacia afuera
y gime, buscando un lunar
marcado en la punta del filo de la luna.

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