Fuera de la culpa
y de la vigilancia:
la distancia se angosta
con el murmullo de las voces
el aroma del café flota
¡y la ciudad que no para!
afuera es tan fuerte
adentro está todo vivo
volví a Buenos Aires.
No recuerdo
cuando fue que me fui.
Sí recuerdo ahora
cada segundo de mi vida.
Voy a retomar
donde dejé
hace quince años
esta historia.
Ser de Buenos Aires
como una forma del amor
de la pasión por las llamas
que arden dentro de las personas
una fuerza bohemia y poética
una pulsión por la conversa
cada mesa un campo de batalla
lo damos todo en la discusión
pero bajamos la guardia para recibir
si acontece una apertura de corazón.
La comida, la bebida, la música
la política, el cine, el amor
la literatura, el buen gusto
la intención de dar a todos todo
sin idealismos ingenuos, con puro acto
con fe en las personas y confianza en la calle
el espacio público como área divina
sin placards ni escondites, un ágora.
A cualquier lugar se llega caminando
y en ese caminar fluye la conciencia
aparecen los pensamientos y se aclara el panorama.
¡Esto es Buenos Aires, cariño!
la tierra del encuentro
de los acontecimientos reales
cara a cara nos amamos y odiamos.
Nadie está prohibido acá
todos venimos de todos lados
aunque a veces el ruido aturde
siempre hay una voz nueva que adorar.