miércoles, agosto 05, 2020

Hospital Pirovano

Sobre la vereda cascoteada, una carpa blanca
en forma de túnel abraza una estructura provisoria
con ilusión de abarajar la emergencia;
atrás cae la tarde vieja de Coghlan hacia una aguja
de ladrillos que nace en las entrañas de las cloacas
y trepa hasta cielo abierto; el club El Tábano
reposa cerrado porque es domingo eterno y el mundo
duerme todas las siestas que nunca durmió.
No así la guardia del Pirovano:
Mariana, Lucía, Martín, Emilia y tantos más
juegan su vida a cada minuto
en ese Santuario del Roto y del Averiado
siempre abierto si te dieron un balazo
si te apuñalaron o sos un vagabundo
y no tenés donde dormir la borrachera
de no saber qué día es, si perdiste
el gusto y el olfato, si no te bancás
la soledad o paranoiqueaste, ahí va a estar
escaso de insumos pero duro
de tanto esnifar realidad sobre
avenida Monroe, se erige
la Marilyn de la  salud pública urbana,
trmémulo y dorado Pirovano.

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