Se acordaba Lola:
cuando me sentaba
a mirar el río entero
o alguno de su brazos
suspendía las palabras
para arropar con la mente
una bañadera repleta
de bombachas colgando
de sus canillas y cortinas.
Estaba tan lejos
que ni siquiera importaba
pero de alguna manera extraña
ya lo sabía.
Ibas a venir
a juntar mis días.
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