miércoles, marzo 10, 2010

Mariana la de los perros

Bronca.
Kilos robustos de bronca férrea y plausible serían su motor más vivo
rodeada de perros, escribiendo a los diarios cartas de amor,
en una danza frenética atravesaría las calles del sur del conurbano
desparasitando animales que nadie abandonó, olvidados por todos,
dejando todo atrás si no tuviera, dejandolo si no tanta mancha
de sangre de adorno impregnada en su delantal blanco por el calor húmedo
del litoral,
improvisada en el largo y estrecho pasillo una clínica para pulguientos
con dedos expertos en extracción de garrapatas, las mismas uñas
que teclean las misivas que recibiría un hombre mal pago
clamando por bondad, por familias como las de antes o las de mañana,
trastocaría el orden del barrio con una punzante mirada ciega,
porque ya no desgarraría trozos rojos y blancos con una sierra
ni empaquetaría bolas de carne picada, separadas en común y especial,
sino que la compraría quizás en Villa Vatteone, tierra de carnicerías,
para salvar la vida de miles de cachorros llorones del predio YPF,
o del arroyo Las Marías, o de la tosquera de Scarpatto,
ya no bicicletearía unas mañanas húmedas en medias y mochila,
cinco kilómetros hasta el centro, hasta los guantes de latex,
que en Yuquerí traen de Corrientes capital.
No.
Inundada de un enojo mundial para con tantas señoras como
vacunas antirrábicas habría aplicado, bañaría jaurías atropelladas
Si Mariana no estuviera unida por siempre al destino del osobuco.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Ro dijo...
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Rosa dijo...
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