martes, marzo 23, 2010

Con la otra se cae al suelo

Con una mano sostiene la vela y con la otra se cae al suelo
porque la oscuridad del parque allí es la prueba de que el diablo existe
entonces Rosario masculla unas palabras para agitar los vientos y que no se acerque.
Antes, cuando ruidos de pájaros la despertaron una vez que soñó con lo mismo
una vez que soñó que antes de convertirse en una cazadora del más impávido mal,
antes que amaneciera y ella ya con los ojos abiertos recibiera otra ración,
planificó los artilugios más adecuados a la hora de una persecusión
como las que dijo papá que había allá en las medianeras de Saavedra, en los cuarenta,
saltando por los techos, cazando chorros negros cabeza, era su viejo un tipo de bien
la vocación de servicio se hereda, le había dicho una tarde reveladora
y supo entonces que con una vela en la mano (y con la otra se cae al suelo)
haría como su papá, persiguiendo a los servidores del mal por el parque
toda vez que pudiera implotar esa carnicería de mierda que como una cárcel
la tiene enchastrada de sangre hasta cuando la sangre es también de ella
sangre de vaca por afuera, sangre de Mariana adentro y en el corazón celeste.

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