El auto descansa
bajo la sombra de un árbol
como un guerrero viejo
tras mil batallas terrosas.
Está quieto y está sucio
en la entrada de un terreno
perdido en las inmediaciones
de la ciudad de La Plata.
Lo miro y pienso
en el fluir de la ruta
esa línea móvil
despliega el pensamiento
y así permite
que no se atasque
sobre sí mismo.
Veo entonces
todos los caminos que pisó
a bordo suyo rodó mi cabeza
encendida en chispazos
bailando en recovecos
desembotellada de tristeza.
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