lunes, noviembre 27, 2017

Di Benedetto

Un curtidor en Buenos Aires
llegado de Mendoza se olvidó
un niño en un hotel
de la Avenida de Mayo.
De tan aburrido el pibe
doblaba los dedos
tanto como fuera posible
para pasar el tiempo.
Caminó por el centro,
compró Leoplán y leyó
un cuento de Poe, para
no volver jamás.

Desde entonces
quedó suspendido
en el subsuelo
de esta tierra.

Un paisaje
tan realista
que parece
fantasía.





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