miércoles, diciembre 27, 2017

Almudena Grandes

Morir en Madrid
o en Torrelodones
o Parla
o Tarancón
o en cualquiera de esos lugares
que no conozco
pero que a través de líneas roncas de tabaco
se insinúa una península
surcada por la historia.
Leíste todo lo que lleva la palabra "Franco"
en el título
por diez años o doce, ya no lo recuerdas,
(tía de pelos locos)
entonces te encontraste con esas mujeres y esos hombres
cuya sangre es el combustible
que alimenta la tracción del mundo.
Vida para los que están vivos y sanos
pero también para los enfermos
los encarcelados
los manicomializados
los borrachos
los vagabundos
los oficinistas
los conductores
los cocineros
los apicultores.
No podemos darnos el lujo
de perder palabras
Porque al perderlas, con ellas
se evaporan partes del mundo.
Sin tomar partido
por inquisición alguna
sólo un enemigo es obvio:
el silencio.
A partir de una herida de origen
asoma la punta de un papel
del que tirando aparece la historia
de uno, de cinco, de cien
que es la historia de un pueblo entero.

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