sábado, enero 23, 2010

Todo su verano

Todos en Yuquerí lo sabíamos:
si Mariana no hubiera amanecido en Yuquerí
se pasearía por Parque Patricios
caminaría los sábados por la tarde
sobre la Avenida Caseros
se llamaría Yamila y llevaría
su piel tostada y tersa de cara al sol
cubierta por los pequeños retazos
de la moda más popular y chillona.

Miraría picante a cada hombre que pasa
sólo un breve segundo para después
volver la vista a su aparatito o a la nada esa
que tan bien miran sus ojos cuando
sobre el campo verde camina hacia el pueblo
y fija dos flechas en ese mojón quieto
y mutante que es el río Uruguay.

Pero si Mariana no caminara cada una
de las mañanas de sus veintisiete por
el camino de tierra que lleva a la principal
iría tan segura y hermosa con sus diecinueve
por el barrio donde siempre es verano y me diría
que quiere ir a tomar una Coca Cola, o una birra,
que no importa, que es lo mismo, pero conmigo.

Yo la dejaría caminar primero, un metro adelante,
para volver a apreciar el balanceo armonioso
de ese culo redondo y compacto, contenido
en las breves redes de jean haciéndose uno
con la autopista oscura y voladora que es
la espalda de Yamila en Parque Patricios.
Pensaría en como mis manos flotan siempre

que deslizan un mapa sobre todo el verano de Yamila.
El morocho y húmedo verano desnudo
que me ofrendaría en el pasillo del Pasaje El Refrán,
o en las madrugadas de pasto de la plaza José C Paz.
Yo le prometería amor eterno y un viaje por el continente
No querría salir nunca del refugio antiatómico
que levanta cincuenta grados mientras la miro caminar al baño

haciéndose un rodete, arqueando su cuerpo una vez más
un metro delante mío, cerrando la puerta, prendiendo la luz,
sentándose en el inodoro, purificándolo con todo el amor
y los pájaros y las flores que salen de su culo, con todas
las ganas de ensanchar la vida que su cadencia extiende
desparramándola por las veredas del barrio mientras
los viejos pajeros y borrachos la cojen con la mirada.

Pero Mariana corta osobuco en Yuquerí
pica rojas bolas de tejidos y huesos
cuelga reses de ganchos filosos
mientras piensa en como se pasearía por la ciudad
si tuviera diecinueve y yo la pasara a buscar en bici
para ir a tomar una Coca Cola, o una birra, o un no importa,
y así rozar la armonía definitiva con cada paso bamboleante de todo su verano.

5 comentarios:

marìa lluvia dijo...

pibe, qué lindo

Gabriel Giubellino dijo...

Con su permiso, acabo de publicar un fragmento de esta poesía en el blog de Parque Patricios, con link necesario. Saludos!

Juan Francisco Gentile dijo...

Gracias María.
Gabriel, un honor. Gracias.
Salute!

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...
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