Puede andar bien, un poquito de cebolla
para enfriar las penas de la llorona que pasa en las noches
traficando lámparas de bajo consumo, y cocaína,
mientras purifica el alma de los Novatos de América.
Puede funcionar quizás, un poquito de cebolla
entre pimienta verde traza una línea e insinúa el futuro
que baila cumbia vieja difuso, por momentos sensual,
e inunda muchas mañanas con brillo de un sol de polvo y jabón.
Analizándonos como cebollas
mostramos rostro dócil y nos entregamos al azar
que pulula sistemático a través del umbral de los días.
Aparecemos y desaparecemos
como lo mismo que llevamos en la maleta de la cabeza
que plaga por momentos cada zócalo de orden y concierto.
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