jueves, mayo 05, 2022

La respiración del drenaje

Cuando tenía treinta y cinco años

mi viejo estaba casado y tenía un hijo

con una mujer que en un momento se murió.


Creo que se estaba duchando o haciendo caca

en el baño del departamento de Yapeyú.

No me acuerdo su nombre. No sé si lo supe alguna vez.


Yo no había siquiera nacido pero

lo recuerdo como si hubiera estado ahí:

un imprevisto cambia todo, como viento del sudeste.


No sé cómo hicieron para guarecerse. 

Pienso en los días nublados, las mañanas de sol

cocinar la cena, lavar a mano los calzones, fumar en la ventana.


Viví en ese departamento unos meses 

cuando todavía era la amebita tierna que son los bebés

y la luz blanca alumbraba las flores rosas del empapelado.


Cada día que pasó ví a mi hermano 

pelear contra los fantasmas con una caña de dos metros

pasar rasante sin hablar la misma tierra que yo pisaba.


Desde entonces siento cerca mío

la ausencia anunciada, la respiración del drenaje

esa fuerza tremenda de lo se agota en un segundo. 

 

Después de todo siempre estamos solos.

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