miércoles, junio 24, 2020

Potro

El día después de la madrugada
del accidente del Potro en la autopista
que une La Plata y Buenos Aires
yo estaba en un café de Almagro
-era el bar de viejes de Rawson y Rivadavia-.
Tenía quince años y la muerte 
me parecía un viento imposible.
La tv de fondo, clavada en Crónica,
transmitía nonstop el final repentino.
Desde el salón la mirada en imágenes mudas
bajo una cortina de cucharitas y murmullos.
Entonces recordé cuando una noche en Flores
bailé un cuartetazo y -deslumbrado- levité 
impulsado en la mirada a los ojos de María 
que bailaba y se reía y me decía, sin hablar: 
mirá qué ironía.



 

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