domingo, abril 26, 2020

500 metros

Fuego despiadado
es un atómico penacho en mi cornilla
atisa brasas en hilo,
para un caminar quema mis pies
limpia de formas tristes por hoy,
grande el porvenir tenuemente
un tesoro se descubre pero nadie
está, reflejan aviones en tu té verde
caen las bombas recortadas
sobre un cielo plomizo
amarillo por el abril; soplan
vientos de cambio, y algo tambalea,
algo cae, algo queda en pie
algo crecerá, también,
sobre la flor de un cáctus.

Parsimoniosa es
su majestuosidad, sólo lo miro
en sus ampollas veo mis días sucederse
y volver al principio
de un estrambótico panal de sonidos:
tomeros fueyes, vinosos rombos,
ásperas lenguas, dromedarias
pelusas donde prístinas planicies
arrean taciturnas estalactitas
de música y lentas
se descongelan, gotean
fuego verde, hacen charco
quiero chapotear cada sonrisa
que fuiste ya.

Es el comienzo
de una nueva etapa.

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