Nuestros pies el agua del río marrón las baldosas rotas
-antes patios de conventillos, casas chorizo buyangueras
antes todavía de la fiebre amarilla, residencias de alta alcúrnea-
los juncos laderos de las canoas entre peces y zorzales
en un canto alegre como añoso y melanco, mejunje
este que somos de instancias breves, eternas de tan encaramadas
melodía para hacer bailar las ramas de un tilo da sombra
y perfuma mientras en una raíz ensanchada ofrece asiento
más atrás otro árbol ya caído onduló su contorno
entonces listo para el refugio entrega recovecos
donde guarecerse del viento cuando golpea furioso.
somos orilleros en esta costa, costeros en esta orilla
alimañas del plata, persistentes al mojarnos la piel.
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