sábado, julio 31, 2021

Como un piquillín

Cuando estalló el cometa sin nombre sobre mi caparazón yo estaba en otro mambo. Fue una lluvia de un millón de migajas prístinas, baño de chispas sobre un cascoteado corazón que dió miedo y ganas de morir a piedrazos en la cabeza: todo al mismo tiempo.

¿Cómo empinar esa cuesta hoy cuando, atávico, busco refugio seguro donde pega el sol? Cerca del río hay agua para la sed, hierbas para el dolor y piedra para el camino.

Ahora que la tierra parece detenida y la noche titila infinita acá arriba como si para siempre no fuera un oxímoron triste, sólo es posible esperar la llegada de un día más, repleto de espinas y de misterios, como un piquillín.

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