jueves, octubre 08, 2020

Gabo

A bordo de un ómnibus de larga distancia

destartalado y maloliente -¿qué importaba?-,

atravesaba un desértico campo provincial

en el noroeste; en mis manos un reproductor

de mp3 desde el que partieron tus canciones:

"Todo lo sólido se desvanece en el aire".

Venía yo de haber amado, temido, partido,

tanta juventud a cuestas como ausencia de palabras

permeables de ubicar la emoción en sitio honesto,

recuerdo como mi cabeza, literalmente, se abría 

y atrás quedaban el tiempo y los mojones ruteros.

Supe entonces que algo en mí había cambiado 

para siempre.

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