miércoles, julio 15, 2009

Cinco

Siempre es igual,
ella entra soplando una fotografía sin tocar la puerta.
Más tarde ensillo y me voy en puntillas sin despertarla.

Pasa el tiempo,
es arremolinada la espera de más que pantallazos de luz.
Pero algo me susurra que hay que empezar por desandar el camino.

Llegar a puerto,
aparece como una imagen difusa que tramita el Estado de Cosas.
Entonces me asalta una revelación: ninguna ruta puede ser cíclica.

No hay más,
el timón para algo gira y es timón y encara la tormenta furiosa.
Cuando arrecia una tempestad hay que asumir cuánto se la desea.

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