jueves, junio 11, 2009

Galope

Demasiadas secuencias se suceden sólo porque sí.
Sin motivos aparentes arman nudo sobre nudo sobre nudo.
¿Por qué esperar a que algún algo ocurra
por la causa de cierto tipo de designio sobrenatural?
Si tengo la cabeza galopando a un millón de revoluciones
y arde la cosmogonía del deseo cuando voy en el subte.
Si sólo quiero flotar tan liviano en una huerta
bañada por el sol de la Provincia de Córdoba
que florece tomates y lechugas y porro y amor.
Si no quiero recibir mensajes de texto, nunca más
ni esperar a que se alineen los planetas para enceder la estufita
después de comer un asado con cuero y ensalada con oliva
del vino tinto que de Mendoza trae el gallego José, en damajuanas,
que salen 15 pesos y contienen cinco litros de un néctar sapiensal
que nos hace amarnos y abrazarnos hasta el fondo del estanque
porque decidimos olvidar las secuencias ajadas
de los novelones con los que nos criamos o, peor aún,
de los psicóticos que protagonizan esos libros tan teorizados,
que cada vez me importan más carajos, y ya van como setentaycinco.

Necesito retomar la senda y volver a la tarea de desenredar
hasta encontral la punta del ovilo que dejé en un parque
No voy a agregarle vueltas al camino porque ya es tiempo de volar
y desconocer la falsa encrucijada del mal mayor y el mal menor.

No es así no es así no es así.
Yo conozco la escalera.
Y la voy a construír.

1 comentario:

Anónimo dijo...

de golpe sentí como propios varios versos (o imágenes) de este texto..un placer.
Male