Llegó el día en que entendí
que el cuento quedó detenido
en un momento casi vintage:
yo cargaba un libro gigante
vos tenías las piernas en la mano.
Las había mirado tanto -atónito-
que tuve que hacer como si nada.
Hoy me arrepiento del silencio;
atenuaba mis brotes de palabras.
De nombrarlo todo
me quedé sin aliento.
Una sílaba quiere entrar
y rebalsa el corazón.
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