A bordo de un bondi mágico y soñador
me hundo en los pensamientos.
Los terrenos baldíos se suceden en la ventana
mientras paso cerca de tu casa y pienso
en cuánto me gustaría bajarme, tocarte el timbre,
verte la cabeza asomada por la ventana para
tirarme las llaves que impacten en la superficie
lunar de tu barrio una tarde de calor.
Sin embargo, paso de largo;
sigo rumbo a otra hoguera
en la que un sinfín de huesos
abren la puerta para lubricar
el engranaje del olvido.
Quedate a brindar una noche más total
ya será la distancia la melodía de este cuento
escrito en el puño de mi camisa gastada.
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