Desaté los nudos con vos, María.
Caminé aquella tarde de Agronomía
como único destino un sol vagabundo.
De feligrés me dibujé tornado
remolino de hojas secas mi Talar.
Compré una vela y una estampita
rendido a tus pies, imploré de todo.
Sabiéndote una diosa implacable
sensual de toda fe en tu altar.
Te entregué mi cuerda atascada
atiborrado en un amor que arde.
¡Bailemos, mery del barrio!
¡Santa diabla de mi cuore!
¡Espasmito dadivoso de miel!
Hay bingo en el club y yo
brillo de nuevo después de tu beso.
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