La soledad no es un mal sentimiento;
es como las ramas de un árbol viejo
en el instante inmediatamente posterior
al abandono de una bandada de pájaros.
El espacio vacío se puede ver claro;
es un contorno fugaz que se desdibuja
con el paso de los días un poco más
mientras aún el ruido seduce al silencio.
El viento lima los picos del alma
dibuja curvas, caminos, huecos firmes
donde posar cada palabra nunca dicha.
El atardecer cae denso sobre balcones
y un ulular a lo lejos semeja sirenas
al rescate de mí, hoy que el año termina.
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