jueves, febrero 13, 2025

A lo lejos rebotaba como caminando en la luna

hacia abajo un canto rodado envuelto en terciopelo

en el cerro San Bernardo el sol tiene caricias

que dejaba caer sobre su costado tan suave.


Yo miraba atónito y boquiabierto

¡entraban moscas como pepitas de oro!

no supe qué decir pero algo dije igual

al pasar fue familiar e indescifrable.


Salta, la linda, era un tibio resguardo

con todo su criollismo ¡y tan bataclana!

aunque el conurbano le transpiró, hubo armonía:

en esas tierras pelearon gauchas así, coloradas.


El rojo, a ellas, se lo daban los ponchos.

En cambio, en ese cuerpo, va tatuado en la piel.

 

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