Ayer: la ciudad amaneció cubierta de humo
y yo colgué como mono de una rama de anís
estrellado
crecida de entre las rajaduras de baldosas
en un camino al tiempo que pasó y no volverá
y ya no importa...
Hoy: marco pasos. Son impactos
entre el monte que resuenan acompasados;
un colchón de humedad fiera los ecualiza
en una frecuencia que solo escuchan
alimañas y fantasmas
de apellido Sánchez y Gamarra
o en su defecto, Vilardebó.
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