eso es hoy el lugar donde nací.
Como un pueblo ferroviario
treinta años después
del cierre del ramal
cuya traza guió vagones
de carga prósperos, llenos
de cosecha o manufacturas;
pasaban cada día
moviendo vida, echando humos,
desbordante de esplendor futurista.
Como cuando la fiebre amarilla
diezmó la población, y la civilización
rellenó terrenos del río con basura
para ensanchar sus sueños húmedos.
O como en los años veinte cuando
alguien al ver ese arroyo de cauce arrabal
serpenteante y líquido, entre las calles
de tierra, pensó en vestirlo de hormigón.
Ahora el futuro
es una ciudad vacía.
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