Nadies, sus cuerpos soleando.
De unas gotas por marihuana natural.
La lengua se estira y revuelca en la química.
Nadies, trotando en el sueño
y la estrella y su estática curva.
Nadies suicidas, subiendo a cascadas.
A carcajadas.
Nadies, los pequeños cometas, descalzos en la barriada.
Y sus palmas de puta verdad quemándose en cada enero.
Abiertísimas, planeando sobre el barro mágico.
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