En simultáneo: el pueblo en siesta
sumido en un lapso sin tiempo
guarecidas las personas y alimañas
del castigo del calor y del aburrimiento.
Por la rendija de la persiana vieja
filtra un sol serrano y suave
como la bruma al cubrir un puerto
donde chocan las olas y los barcos
a la vez que un cantinero gordo
en un bar de dársena
sirve otra ronda de whisky.
Mientras, mis dedos como gotas
de un líquido espeso ruedan
sobre los campos minados
de tus piernas nuevas y abiertas
hacia un futuro inmediato
cargado de sudor y pelos de gato.
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