Pajarines volando cerca de la mano
aplazan el olvido como una centella
rebozante medialuna de la mañana
que por tarde es dura como piedra.
Conejos verdes con fritas y ensalada
en el frigorífico con olor a lavandina
los ganchos de acero amenazan a tu burra
y el tiro al blanco desafía a la mía.
Ay, de mí, un pequeño chacal
que asusta a la abuela con bombuchas
llenas de meo, esperanza macerada y firulete.
Ay, de vos, caderona irreal
que me enamora en dos mil burbujas
como bichos asesinos que me muerden el ojete.
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