Cuando una irregularidad amanece
sobre la mirada del mundo entero
paciente, deforme, atronadora
tal vez sea el momento oportuno
para hacer la plancha por un rato.
O quizás sea la planicie el problema.
Que no aparezca nunca ese picante,
rojo, salado, tan seductor y putaparió
del que me hablaron los hermanos
que existía debajo de tu armadura.
Ya se que a veces exagero el comportamiento
gracias al pasado y a las ganas de volar
pero no me digas que no soy bien gauchito
que buceo y hago como un loco el payasito
que no se animan a hacer allá por el norte.
Porque es necesario que la cabeza estalle de ganas
y que importe todo tres carajos, por momentos,
para poder creer que aún podemos revertirlo
sentir que estamos sucios y peligrosos, picantes,
ir al tefrén plantarse de puño con la represión.
Porque
sino
mejor
ni
siquiera.
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