jueves, enero 10, 2008

Pequeño guión

Difusa: así es la imágen que nos envuelve
y cierto halo sepia, que es una bruma delicada pero sagaz.

Instantáneamente algo retrocede a su guarida
no sin antes despedazar toneladas de papeles con dibujos extraños.

Llueven bicicletas, añoranzas inocentes, tele de los noventa,
no sin antes mostrarme unas piernas largas como la siesta desnudos.

Lunar: atraviesan la escena fogonazos grises o blancos
funde a negro azabache, y unas monerías que hacía la tía acortan distancias.

Un animal

Ser un animal sollozante y dormido
una bestia agazapada en el arco de los sueños difusos
ronronear sin saberlo mientras la baba espesa se funde con el parquet
y luego callar, sin dejar de crecer y decrecer en el acto de la existencia
leve y tranquilo, un animal sobre el piso frío.

Sin color ni lenguaje maldito, sin chacarera y con hocico blando
carne y más carne roja robada o regalada cruda jugosa de sangre de vaca pampeana
montañas de hierro hasta destrozar el estómago astillando los huesos
y tal vez vomitar, por qué no vomitar un poco después de todo
si se puede seguir engullendo trozos anchos de vida en cada segundo.

Lejos del agua, oler mucha caca cuando ese hombre y yo somos uno.

Un animal que duerme a la sombra del hogar cual parra campera.

miércoles, enero 02, 2008

Espectador

38 grados a la sombra y Rivadavia es loza radiante de edificio céntrico.
Las chicas cruzan la calle vestidas con diminutos harapos
de colores vivos. Tienen 15, 16 ó 17, no más.
Es un desfile de lo imposible
Nunca estarán en mi cama a las 10 de la mañana
con mal aliento y sudando sexo dulce, tal como quisiera.
Sin embargo, soy constante, sistemático,
y deslizo el gesto que reclama otra tres cuartos, negrita.
Suspendidos mis ojos sobre la esquina de Otamendi al cero
admiro cuán nutridos vienen el triolet
y las borregas de Buenos Ayres.