sábado, agosto 25, 2007

Damblee

Ella fue muy dura conmigo: aplastó mi hipótesis naciente mientras bebía sevenap.

Por la ventana del bar, Loria era una boca hambrienta que comía y vomitaba, exactamente cada dos minutos.

Esperaba encontrarla sola... leyendo algo, escribiendo. Incluso, esperaba no encontrarla. Y no hubiera pasado nada, porque me hubiera sentado en una mesa y hubiera pedido un cortado americano. Me hubiera familiarizado con el espacio. Leyendo el Crónica que, doblado sobre la mesa, me hubiera esperado, como yo hubiera esperado porque ella hubiera llegado quince o treinta o treintaycinco minutos después.

Pero estaba charlando con un muchacho. Desde hacía horas, evidentemente, dada la vaciedad de los recipientes que los acompañaban.

Fue una mesa de tres. Recuerdo claramente que se hizo de noche en ese lapso, y que el cortado americano tenía, literalmente, tres colores.

Ella fue muy dura conmigo: aplastó mi hipótesis ¡ay! mi hipótesis naciente,
Mientras bebía sevenap.

jueves, agosto 16, 2007

Pasear

Cuando pasear es un modo, un sonido natural, la risa en una canasta.
Llevo conmigo los dientes de la infancia.

Se arrugan espinosas las lenguas que cruzan la calle, y se esconden atrás de los canteros de piedra… aferrándose a sus bolsillos fríos, de piedra.

Es un compás inconcluso, a medida que uno se aleja de la familiaridad. Y se envuelve en cemento desteñido. Donde cada día se cuelgan más y más enfaenados.

Mientras pasear de este modo, se vuelve desnudez. Pistas para entendernos amantes.

Puedo silbarte una bienvenida, si te veo anudado en tu páramo de fiebre azul.
Inestando en cuclillas, y soltando piedras.

martes, agosto 07, 2007

Aprisionar sapos

Aprisionar sapos es hoy la postal más vívida del verano en que esperábamos por sumergir nuestro incipiente vello púbico en el agua para luego secarnos al sol durante las tardes.
Eras tan bella aprisionando sapos que yo sólo podía aprisionarlos también, para formar parte de vos de algún modo.
Sonreír un rato largo... esquivar las piedras que arrojaban las monjas que no caían de los balcones internos y centinelas.

Quedarse en pelotas al tirarse de cabeza.
Correr en patas sobre el pasto.
Aprisionar sapos como un férreo acto de amor.

Imágenes del sol abrasador se suceden diapositivas en la calavera, del lado de adentro.