miércoles, mayo 31, 2006

Anacronismos

Espero. No sé. Demasiado tarde.
Articule un gesto.
Desprecio las palabras y me invado de ellas.
Autoagresión y autoengaño.

Puede tardar un momento. Y puede que sea el día perfecto. El más ilustremente bonito.
Esas veces en las que llenarse de sorpresas,
y mis sueños inquietos. Basura querible.

...


1.

Suena a que no es verídico e irreal. Es un sonido, o lo aparenta ingeniosamente. Con la habilidad necesaria para generarse en tal o cual oído, que puede ser este.

Estudiadas ecuaciones. Las tire al tacho, que en suposiciones fundadas desde aquello que burlonamente puede decirse... habrá ido a parar a un residuario.
Otra vez (alrededores).

Interferencias a la condición. Inmovilidad ante esa amenaza.
Allí es donde tiene lugar, en la inmovilidad por lo "noveau", una química experiencia existencial.
Las mil ilusiones, que no son mil más que figuradamente. Incontables, como las palpitaciones y la interferencia. Cuando dura...


2.

Están y no saltan, los pasajeros callados... estos no molestan y pagaran su boleto con dinero circulante. Falso o no, no es su problema. Si se busca algo, hay espectáculo y espectáculos, bibliotecas, periódicos y hasta microondas. Bancos, tarifas, luz eléctrica y caballos que tiran de carritos entre colectivos y una supermodel de ford-motors.
Las calles y veredas conducen a destino. Y si no lo hay se le inventa, automáticamente, un (otro que no es otro) que ya esta inventado.
Los adoquines de esas calles llenaron bóvedas con intenciones y cosas. Y análogos anacronismos.

En el "fragmento sobre las máquinas" de los Grundrisse:
El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge social-general se ha convertido en fuerza productiva inmediata y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del general intellect.

jueves, mayo 18, 2006

Oficina

Dedicado al Licenciado Ferrandi, el oso de la cueva
Febrero 2006.

Hacer estallar esa cárcel subterránea
desparramar por el aire sus trozos de cemento y carne
descocer sus heridas, mostrarle sus entrañas olvidadas
aplastar su reloj de piedra entre mis dedos
llenarla de agua, cortar sus techos y paredes
Con una tijerita china.

Hablarle en arameo y esperanto
darle palabras inconexas, sonidos que no escuchó jamás,
dar vida a un fuego vivo con sus teclas muertas
desnudar a sus habitantes e inundar sus oídos con saliva
dibujárles sonrisas de payaso con crayón viejo
Hacer taparrabos con sus corbatas.

Escribir desprolijos poemas de Oliverio Girondo en el piso.
Exactamente novecientos veintisiete versos, uno por cada lágrima retenida
llevar muchos perros sin correa, uno por cada sonrisa abortada
y juntar sus excrementos con los miles de papeles que pueblan los miles de ficheros que desbordan los miles de armarios que aún esperan que alguien los abra, los mire, los palpe.

Apalear esa infelicidad con la fuerza que sólo la infelicidad genera
hacer tronar un estruendoso aplauso. A nadie. A todos.
Sonarse toda la gripe con la ausencia de amor que levita
romper las luces bailando y bebiendo vino patero.
Jugar al ajedrez con los zapatos del jefe.

Y luego, Times News Roman 12, interlineado sencillo,
Renunciar.